Si alguien tiene algún interés en el conocimiento, por ejemplo si su trabajo está relacionado con algún tipo de esfuerzo intelectual —podría ser el diseño de alguna campaña de mercadeo donde se necesite conocer sobre el comportamiento humano, o podría ser el diseño de sistemas informáticos que deban comportarse de manera correcta y robusta— y también tiene especial interés en que dicho conocimiento sea confiable, y no sólo una mera opinión, entonces definitivamente necesita enterarse de lo que dicen al respecto del conocimiento personajes con apellidos como Kepler, Galilei, Copérnico, Lovelace, Newton, Einstein, Curie, Feynman, o Sagan, por mencionar algunos. Estas personas practicaron una serie de estrategias intelectuales con las que lograban respaldar una confianza nada despreciable en lo que opinaban.
Está claro que dichos personales propusieron las bases sobre las cuales está cimentada la ciencia moderna y la tecnología que hace posible que yo escriba y usted, amable lector, lea estas líneas. También está claro que ellos en particular se dedicaron al conocimiento del mundo natural, pero sus estrategias ante el conocimiento también han sido aplicadas a los campos del conocimiento de la sociedad, aplicadas por otros personajes igualmente dedicados a formarse opiniones confiables. Así que incluso al formarnos una opinión confiable sobre lo que dijeron otros, por ejemplo, Lao Tzu, Buda, Jesús, Mahoma, Gandhi, Luther King Jr., también vale la pena tomar en cuentas esas mismas estrategias pues no son exclusivas de las ciencias fácticas. Ya que los científicos, a su vez, aprendieron esas estrategias de las tradiciones intelectuales que dieron origen a la ciencia tal y como es hoy. Estrategias que se consideran en el estudio de la epistemología, para el caso del conocimiento científico, y de la gnoseología, también conocida como teoría del conocimiento, para el conocimiento en general.
¿Por qué esto es relevante? Porque tener una opinión no es lo importante sino respaldarla con conocimiento confiable. Cualquiera puede tener una mera opinión sobre asuntos importantes pero pocos han dedicado el esfuerzo para cuestionar dicha opinión, investigarla a fondo y con amplitud, y cultivar la duda sobre sus conclusiones. Además, porque de otra manera nuestra contribución se restringiría a los desenfrenos de la conciencia falsa —la que con ignorancia juzga lo verdadero por falso, o lo falso por verdadero, teniendo lo bueno por malo o lo malo por bueno.
Aquí el riesgo, por supuesto, es interpretar tal idea de la «conciencia falsa» de manera descuidada, como un asunto de sólo dos posibilidades: blanco y negro. Mientras que es un espectro continuo de múltiples tonos de gris.
No comments:
Post a Comment