Si alguien está interesado en el estudio histórico-crítico de las religiones cristianas y de los textos bíblicos, y no sólo en su interpretación devocional, entonces por fortuna es posible indagar con profundidad la enorme diversidad de cristianismos desde sus orígenes. Tal esfuerzo conlleva emprender investigaciones propias, sacudirse las tutelas mentales impuestas por las tradiciones religiosas dogmáticas, y atreverse a pensar por uno mismo.
Por fortuna, la vida práctica puede ser regida por la reflexión ética y no es necesario apegarse a ninguna moralidad religiosa institucional en particular. Así, se puede evitar la torpeza de la mera interpretación devocional y literal de los textos bíblicos, que tanto sinsentido ha provocado, al mismo tiempo que se meditan a consciencia las obras de investigación histórico-crítica del tema; por ejemplo, las obras de Antonio Piñero, como su obra «Jesús de Nazaret - El hombre de las cien caras.»
¿Por qué podría interesarme el cristianismo, siendo que no soy ni cristiano ni busco relación alguna con el cristianismo más allá del análisis cultural? Porque estoy interesado en ampliar mi entendimiento del medio cultural que habito. Un pez vive inmerso en el agua y quizá sin conciencia del concepto «agua». Un pez nace, vive y muere sin necesidad de esa conciencia, pero una persona podría necesitar desarrollar poco a poco una conciencia panorámica de su medio cultural. Por supuesto, esa conciencia no puede lograrse de un día para otro sino a través de un desarrollo paulatino, recurrente y doloroso; es decir, un desarrollo que no sólo requiere trabajo intelectual y dedicación a la lectoescritura sino también un esfuerzo reflexivo punzante o agudo que penetre hasta los límites de la conciencia personal y empuje dichos límites para ensanchar tal conciencia.
El estudio de la historia, de la filosofía, de la ciencia, de la teología, implica enfrentarme a los límites de mi presente capacidad intelectual y a los límites de mi actual moralidad; es decir, el estudio profundo me asiste para tomar más conciencia, por ejemplo, de los prejuicios que me fueron instalados por mi ambiente sociocultural —por el cultivo que otros han hecho de mí, vaya. El estudio de la cultura alrededor, por medio de la autocrítica, me puede ayudar a elegir distinto esta vez, más en coherencia con quien voy descubriendo que realmente soy y no como la cultura ha dictado que debo ser.
Además, enfrentar los límites de mi capacidad es un desafío llamativo. Implica, entre otras cosas, intentar ver mis propios prejuicios o sesgos cognitivos. Por ejemplo, el albergar una opinión descalibrada de mi aptitud o ineptitud para pensar con claridad; algunos le llaman el Efecto Kruger-Dunning a la incapacidad para reconocer la ineptitud propia. Tal sesgo cognitivo se observa en el individuo incompetente que tiende a sobrestimar su propia habilidad o conocimiento, o en aquel incompetente incapaz de reconocer habilidad o conocimiento en otros. En general, el individuo incompetente es inepto para reconocer su extrema insuficiencia. Así que el estudio de la historia del cristianismo, o de la filosofía, o de la ciencia me ayudan a indagar en qué medida estoy bajo el sesgo Kruger-Dunning; entre otras cosas.
Referencias:
Una serie de presentaciones sobre cristianismo y su historia: Introduction to the New Testament History and Literature, by Dale B. Martin.
Para sacar mayor provecho del tipo de presentaciones referidas a continuación es requisito conocer qué es la literatura como expresión artística y por qué es relevante para un individuo. Asimismo, es de provecho saber cómo se piensa un estudio histórico y su relación con cómo se piensa un estudio científico; enfatizo: lo relevante es el cómo, no el qué.
Introduction to the New Testament History and Literature, by Dale B. Martin:
Uno de los puntos más importantes para mí, de todo lo que se dijo en estas presentaciones es: «Usa tu propio cerebro.» Eso incluye considerar que para pensar en lo expuesto es necesario también tomar en cuenta el contexto histórico y sociocultural de quien expone, pues es muy difícil lograr presentar algo sin que los efectos del cultivo cultural del expositor se entremezclen con lo que intenta explicar. La misma dificultad está presente para cualquiera en la audiencia.
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