¿Qué crees que suceda después de la muerte?, ¿nada?, ¿más vida? ¿Qué piensas acerca de esto?
Habrá quien tiene resuelto por completo este asunto, como quien ya tramitó su credencial nacional de identidad, la tiene en su poder, no tiene motivo de preocupación alguna y observa con cierto descuello a quien aún no. Habrá quien afirma categórico que el asunto no le merece la menor importancia. Habrá quien pospone indefinidamente pensar al respecto. Habrá quien vive angustiado y siempre ocupado en hacer diligentemente todo aquello que se auto-asigne o le determinen sus prelados clericales o ministros de culto religioso de su predilección (o su imposición). Habrá quien vive en la certeza absoluta de conocer el esquema general en el que ocurrirán los eventos para el día después de su muerte, y para el devenir final de toda la humanidad. Habrá quien no haya dedicado tiempo para pensar por sí mismo al respecto. Etc.
Pero, ¿cuán relevantes son las preguntas, o las respuestas, acerca de otra cosa que no sea esta vida, la del momento presente, la de nuestra biósfera?
Hace algún tiempo que investigo diversas cosmovisiones filosóficas, desde una perspectiva antropológica, y las preguntas del inicio me provocan curiosidad. ¿Por qué el humano se hace esas preguntas? En lo personal no tengo una opinión sobre posibles respuestas pues no he desarrollado conocimiento alguno sobre supuestas vidas aparte de esta.
De lo que sí se puede pensar es de la potencial multiplicidad de la vida humana; es decir, hay mucho más vida humana por conocer, y por vivir si uno desea, que sólo la sugerida (o impuesta) por la cultura local. El dicho reza «cada cabeza es un mundo», y entonces hay muchos mundos por conocer más allá del propio. Y digo que tal multiplicidad es potencial pues depende del esfuerzo que cada uno haga para desarrollarla.
Recién leí un libro sobre diez teorías de la naturaleza humana (Leslie Stevenson y David L. Haberman). En el capítulo sobre el confucianismo se cita de las Analectas: «Cuando una vez se le preguntó sobre la adoración de los dioses y los espíritus, Confucio respondió: ‘Ni siquiera eres capaz de servir al hombre, ¿cómo podrías servir a los espíritus?’ Y cuando le interrogaron sobre la muerte dijo: ‘Ni siquiera comprendes la vida, ¿cómo podrías comprender la muerte?»
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