En la ocasión anterior propuse retóricamente la pregunta «¿Conquistar al mundo para Cristo?» y mencioné de manera resumida cómo llegué a hacer lo antes impensable para mí: abjurar mi cristianismo. Ahora mencionaré, también de manera muy breve, la segunda razón de fondo por la que llegué a consumar lo antes impensable.
Para mí, una suposición primordial para buscar ser cristiano llegó a ser que el individuo pudiera conocer sin intermediarios a Jesucristo como persona presente a través de la Biblia y a través de la vida en iglesia. Una vez que tal suposición resultó falsa, y que lo único al alcance del individuo es rendir su voluntad a los pies de una comunidad cuasi-jerárquica y que tal comunidad suele estar dirigida por clérigos y administradores de ritos (ministros de culto), entonces mi relación con el cristianismo giró alrededor de la pregunta sobre el sistema moral imperante en esta, o en aquella, o en esa otra congregación por allá; incluyendo el sistema moral en un supuesto “cristianismo primitivo” durante el primer siglo.
Identifiqué una regularidad en esos sistemas morales cristianos: una cierta idea de verdad en el cristianismo está mucho muy por encima de otros valores como la libertad e incluso por encima del amor. Tal esquema de valores está impregnado muy hondo en el cristianismo y explica mucho del porqué su maltrato a lo diferente y su desprecio a la verdad del otro.
Reconocí que tal esquema de valores llegó a ser muy problemático para mí. Además, al examinar mi recorrido a lo largo de los años como alguien guiado por ese esquema de valores, y al proyectar tal recorrido hacia adelante, resultó un panorama insoportable para mí y llegué a rechazar tal panorama para mi vida.
Simplemente el cristianismo dejó de ser algo edificante para mí.
Por fortuna, como adulto no estoy obligado a someterme a un sistema moral en particular, sino que la adultez, precisamente, incluye la opción de desarrollar un sistema moral propio. Por supuesto, es un recorrido mucho más difícil y mucho más arriesgado, pero eso es una opción para alguien que aspira a la adultez.
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