¿Qué problema hay con el mercado de la “auto-ayuda” (grupos, libros, grupos, conferencias, cursos, etc.)?
Si es lo único que está al alcance, si sólo hay de eso, pues el problema inicial es precisamente la falta de opciones. La excesiva sobresimplificación característica de los productos de ese mercado es también uno de sus principales problemas. Una consecuencia de tal exceso es un contenido disminuido que da pauta para insulsas tergiversaciones del tema en cuestión. Una analogía con la comida chatarra repleta de calorías vacías y sin substancia no está fuera de lugar: «¡Sabe a pollo, pero el problema es que no contiene pollo!»
Otro problema desde el inicio con ese tipo de “auto-ayuda”: que no conlleva el «por sí mismo» del prefijo «auto-», sino que conlleva una dependencia hacia un intermediario. Una dependencia en la que el interesado nunca accede directamente al tema en cuestión sino siempre lo hace a través de la interpretación del intermediario.
No tengo problema con el hecho inevitable de depender de otros. Pero una dependencia malsana, permanente y abusiva, sí representa un problema para mí. Un intento permanente por hacer pasar la mera apariencia como si fuese realidad no representa ayuda alguna, sino un deterioro de la situación típicamente en perjuicio de quien se supone necesita ayuda. Peor aún cuando esa mera apariencia se vende con la etiqueta de “lo mejor” o “lo más práctico”. ¡Ojalá hubiese pragmatismo en el asunto! Pero no lo hay, tan sólo superficialidad y en algunos casos negligencia.
Estaba pensando en ejemplos. Tengo varios. Un rasgo común en esos ejemplos es que nos quedamos satisfechos con alguna respuesta y dejamos de preguntar o de cuestionar el asunto. Podría decir que elegir de manera permanente la superficialidad es parte de la raíz de los problemas con el mercado de la “auto-ayuda”.
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