Por fortuna, mi nota «Una conspiración palpable» ha provocado algunas discusiones que para mí han resultado enriquecedoras. En específico, para poder participar de una manera más autocrítica en esas discusiones he revisado varias partes de las siguientes obras de Adam Smith: «Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones» y «La teoría de los sentimientos morales», y de Max Weber: «La ética protestante y el espíritu del capitalismo» y «Economía y sociedad».
Comprendo cómo la palabra “conspiración” suele aludir a algo que ocurre en la sociedad alrededor de un individuo, pero mi nota original no busca explicaciones en procesos de la sociedad sino en procesos del individuo; de ahí que han sido necesarias más aclaraciones. Los comentarios a mi nota original parecen insistir en que discuto temas sociológicos, y para entender tales comentarios y responder con propiedad ha sido necesario remitirme a las obras ya mencionadas.
Uno, en particular, de los comentaristas insistía en que los cambios o mejoras en la sociedad no provienen de unos cuantos poderosos sino del pueblo, de los acuerdos pactados por el pueblo producto de su pensamiento y de su libre conducta. No dudo que el humano en masa ha participado en diversos episodios de cambio histórico, pero asignarle el protagonismo intelectual y el pleno uso de su libertad tal vez es algo exagerado.
Resulta muy controversial afirmar que los cambios en la sociedad provienen del pensamiento y la libre conducta del humano en masa, tanto como afirmar que los cambios provienen sólo de los poderosos. Ambas afirmaciones son igualmente revisables según el caso.
Yo no sostengo ninguna de las dos afirmaciones pues no me ocupo de eso: lo que intento indagar en mi nota, dadas mis aclaraciones, es en qué medida uno mismo es quien “conspira” en contra propia; es decir, no es una indagación sociopolítica-económica, sino de carácter cognitivo, epistemológico y psicológico. Elegí la palabra ‘conspiración’ pues una escasa autoconciencia implica que algo ocurre a espaldas de uno y ocurre en detrimento propio en tanto la trama de nuestra meta-ignorancia no se esclarezca.
Por ejemplo, el caso de un inversionista que sea fiel practicante del capitalismo salvaje, con un enfoque casi exclusivo en el crecimiento financiero sin límites, podría ser tan sólo resultado de un proceso de condicionamiento en su cultura local, un proceso que lo ha dejado literalmente sin alternativas reales al no tener conciencia de cómo funciona el cultivo humano en general. Mi punto es que en general no habría “conspiración” externa, sino interna; es decir, debida a la insuficiencia personal para examinar las opiniones propias, una “auto-conspiración” que ocurre al asumir acríticamente que la interpretación local imperante de obras como «Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones» o «La teoría de los sentimientos morales» es “la mejor” interpretación.
Al considerar todos los recursos que tendría tal inversionista, como la salud, la inteligencia, el dinero, el tiempo, etc., se puede ver que no tiene justificación para permanecer en un miserable analfabetismo científico-filosófico que lo mantiene sometido, dócil y obediente a su propia ignorancia.
Lo mismo aplica para otras áreas de la vida, ya sea en política, religión, historia o ciencias: en resumen, al no saber que se ignora, al desconocer que se sabe muy poco sobre la ignorancia propia, se incurre en una “auto-conspiración”.
No comments:
Post a Comment