¿Qué es un necio? ¿Cómo detectar la necedad, propia o ajena? ¿Cuáles son sus rasgos principales?
Un rasgo es la ignorancia voluntaria; es decir, la elección de no estudiar aquello que se puede o se debe saber. Por ejemplo, si uso las calles en una ciudad entonces soy necio al ignorar reglas básicas para transitar por ese espacio público, como cuándo ceder el paso al peatón y cuándo no, o cómo funciona el derecho de paso. Otro ejemplo, si afirmo profesar alguna religión institucional entonces soy necio por jamás indagar su historia desde diversas perspectivas sino sólo aceptar acríticamente lo repetido por muchos. Un ejemplo más, si recibo dinero por algún trabajo entonces soy necio al hacer ese trabajo cada vez de una misma manera tradicional y sin investigar los aprendizajes de quienes hacen un trabajo similar.
Otro rasgo del necio es la imprudencia; es decir, el que carece de templanza, cautela, moderación, sensatez o buen juicio. En general, la imprudencia es la inconciencia de sí mismo y de los límites propios. Ejemplos: acelerar el automóvil ante la luz ámbar de un semáforo es necedad al asumir que ninguna persona o automóvil ha iniciado la marcha para cruzar; asumir que los relatos bíblicos son transcripciones literales de conversaciones reales ocurridas y pronunciadas de viva voz es necedad pues tal suposición rebasa por mucho los límites de lo que se puede decir de manera justificada acerca de ese tipo de textos antiguos; tomar decisiones en un proyecto de desarrollo de software con la sola base de gráficas de Gantt es necedad pues hay una pretensión desmedida en asumir que ese tipo de mapa representa con fidelidad el terreno de un proyecto complejo.
Lo necio, además, tiene por rasgo la obstinación en un determinado dictamen o creencia; es decir, tomar una mera opinión como irreductible, como si fuese impensable la posibilidad de ser persuadido por medio de razones y argumentos. Este rasgo consiste en un firme e irresistible apego a un juicio terminante, una especie de fijación mental sin la cual el autoconcepto pierde sentido y se derrumba. En ocasiones, este rasgo reside detrás de una cortina de humo llamada “convicciones profundas”, pero que tan sólo resulta ser una semilla de pensamiento tribal y de identidad sectaria: algo contingente o circunstancial; es decir, algo que bien puede ser diferente sin afectar lo esencial de una persona. Ejemplos: desechar todo escrúpulo sobre la supuesta superioridad social por ser dueño de un automóvil de súper lujo de marca Bentley o Rolls-Royce, o estar por completo persuadido de poseer la totalidad de la razón en alguna controversia sobre un supuesto mundo sobrenatural, o repetir una y otra vez un mismo proceso de desarrollo de software sin evaluar la calidad correlacionada simplemente porque “así trabajamos aquí”.
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