«En el hipotético caso de que algún día alcanzase el grado de filósofo, y que muy poc@s pueden realmente hacer gala de semejante categoría, a gran distancia queda, mucha experiencia hay que poseer, aprendizaje, diversas lecturas de las cosas que nos rodean.
En esa condicional situación que se me presenta aun bastante lejana, escribiría, redactaría obras con el propósito de que la gente me entendiese. Es decir, rompería con esa estúpida arrogante corriente de clásicos y actuales eruditos e intelectuales, que sueltan palabras inentendibles para el lector/a. Para colmo ni se dignan a definirlas, aclararlas, con el fin de que el público pueda comprenderlas. El conocimiento ha de ser accesible a cualquier persona, hay que llegar a la gente, conectar con los problemas, proponiendo mediante argumentos medidas que probablemente conduzcan a nuevas preguntas, aunque permitan que las personas, incluido el propio escritor caigan en la cuenta de la complejidad que entraña la misma existencia.
La dificultad de los diferentes fenómenos que ocurren en el mundo nos obliga a pensar, razonar, meditar acerca de la multitud de causas interrelacionadas por las que tienen lugar estos. Luego hemos de abandonar una absurda arrogancia que equivocadamente nos hemos investido (cubrido) la especie humana, la cual nos separa y aísla. En vez de esta conducta, deberíamos funcionar como una especie unida por el interés de la supervivencia de sí misma, junto a la preservación de su entorno, preocupada por cualquier vida que le rodea.
¿Qué es la vida sino un continuo flujo de ida y vuelta a empezar? ¿qué es la propia filosofía sino movimiento cíclico de preguntas que una vez contestadas provocan nuevos interrogantes?
Es cierto, hoy en día navegamos en la incertidumbre. No obstante, juntos podemos caminar hacia algún punto que favorezca nuestra preservación e impida la extinción. He ahí el sentido de la filosofía, concienciarnos de la complejidad con la que abordar el proceso vital, aportarnos herramientas útiles para la practica cotidiana, ahondar en los lenguajes y significados de las palabras con las que referimos a los objetos y sujetos, la relevancia de las emociones que intervienen en dicho lenguaje, los procesos cognitivos, cerebrales, subjetivos, personales, expresados en cada articulación, pronunciación de cualquier oración, influenciadas por el contexto particular donde hemos crecido, un ambiente donde hemos interiorizado unas creencias (puntos de vista, ideas, opiniones, enfoques, valores), asociación, relación de palabras que contiene un valor emotivo, las cuales a medida que crecemos cada vez se van volviendo más abstractas, pero sin perder por ello la emocionalidad que las recubre.
También es crucial (básico) mejorar como personas y como especie animal que somos. Cuidar de los demás, respetar la naturaleza que nos ha dado la oportunidad de vivir, así como al resto de sistemas vivos animales no humanos y plantas, producir conocimiento que además resulte crítico, siendo responsables de nuestras acciones, precavidos, pensando las posibles consecuencias... Considerar la importancia de la ética, moral, normas, valores de convivencia, que nos acerquen al vecino, a quienes se hallan en tierras lejanas, con otras concepciones del mundo, adquiriendo gracias al discurso filosófico comprensión, tolerancia, conmensurabilidad (unidad, elementos de encuentro, comunes), etc.
Todo eso y más representa la Filosofía. Me encantaría poder transmitirlo en los escritos y reflexiones. Aunque recalcó, queda muchísimo todavía. Quiero ser humilde. Reconozco que aun no estoy preparado ¿Quién sabe cuándo?... (sic)» —Jorge Beautell Bento
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