La noticia del despido de Carmen Aristegui por parte de MVS, como un caso de las tradicionales y predecibles relaciones entre el poder y el pensamiento crítico, me recuerda una alusión que publiqué sobre cómo podría haber contestado Giordano Bruno ante una pregunta por su suerte.
Es cierto que Carmen Aristegui ha ejercido varias formas de pensamiento crítico. También es cierto que la publicidad de una corporación como MVS contiene afirmaciones sobre su propio ejercicio del pensamiento crítico.
¿Alguien tiene el monopolio del pensamiento crítico? Por supuesto, no. Lo cual implica que todo adulto debe saber a cabalidad qué es, para qué sirve, y cómo y cuándo tiene sentido aplicarlo como facultad básica del humano. Alguien podría etiquetar tal o cual perspectiva como “crítica”, con intenciones propagandísticas, pero siempre será necesaria la pregunta de si en realidad esa afirmación resulta cierta pues una cosa es el pensamiento crítico, como tal, y otra cosa distinta es el indolente disimulo del pensamiento crítico débil: ¿Qué es el sentido crítico débil?
La combinación de la inseguridad machista y el servil poder corporativo en México es una tradición cultural. Una tradición “educativa” represora de cualquier voz disidente: “para que aprendan a respetar a quien manda.”
Otro caso más: youtu.be/39W_8QNLFuM.
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