Qué gusto fue haber leído este artículo de Juan Rodes: La filosofía para qué. La filosofía, en particular el filosofar, como estrategia general para la autoeducación, no parece ser muy popular —me parece— y, sin embargo, tan necesaria para la madurez que se requiere ante los agudos problemas de hoy.
“¿Problemas?, ¿cuáles problemas? ¡El problema más importante es la falta de dinero! Pues con dinero puedes hacer lo que quieras, inclusive resolver todos esos problemas que hablas.”
Así, palabras más o palabras menos, va la lógica con la que parecen estar orientadas algunas de nuestras sociedades donde el dinero ya no representa un instrumento sino el valor en sí. En cuyo caso ya no es acerca de una esencial sobrevivencia sino de un desenfreno —una hubris— que nos empuja, como sociedad, hacia inevitables encuentros con las consecuencias —la correspondiente némesis—.
Por tanto, todo aquello que ayude al individuo a practicar la reflexión, a tener más destreza para detenerse y pensar más de dos veces sobre su proceder, es muy pertinente hoy más que nunca. Por eso filosofar, y la libre investigación, es algo tan relevante. Esto me recordó mi brevísima nota: ¿Qué es la educación?, y también me hizo recordar mi texto: La reflexión filosófica es sólo para adultos - 2a edición.
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