¿Qué es la divulgación de las ciencias?, ¿cómo evitar el tropiezo que hace decaer la divulgación de las ciencias hacia un vulgar propagandismo? Mi único punto en esta breve nota es que quizá lo que requiere más divulgación es la filosofía de las ciencias; es decir, los valores, principios, patrones y prácticas intelectuales durante los procesos de indagación científica, y no sólo divulgación de los resultados y conclusiones de esos procesos.
Pienso que se necesita mucha divulgación de las ciencias, pues hay mucho por divulgar al respecto y mucho por reflexionar. Tal necesidad no es otra sino la divulgación del ejercicio de pensar filosóficamente acerca del conocer y de la realidad. Lo importante del caso es que las preguntas más básicas en las ciencias suelen permanecer abiertas al escrutinio y a la reconsideración en la mesa de trabajo. Por lo que tomar respuestas provisionales como si fueran definitivas representa un tropiezo y un obstáculo para la divulgación científica. Una evidencia de la necesidad de la filosofía de las ciencias se puede constatar ante la frecuente confusión ante conceptos como ‘hecho’, ‘fenómeno’, ‘experimentación’, ‘observación’, ‘hipótesis’, ‘ley’, ‘teoría’, ‘empirismo’, ‘racionalismo’, ‘escepticismo’, etc.
El pensamiento científico puede ser intimidante pues en no pocas ocasiones es contraintuitivo y desafía el llamado ‘sentido común’; es decir, en esas ocasiones no corresponde con nuestra percepción instantánea de lo que consideramos verdadero y real. Un ejemplo quizá paradigmático es la cuestión de la existencia del color más allá de los sistemas nerviosos (ver El color no existe). De ahí que al hablar de divulgación de las ciencias sea relevante poner el contexto de su filosofía; es decir, un contexto epistemológico. De otra manera, esa arraigada necesidad humana por poseer certezas, por apaciguar ansiedades y disonancias cognitivas, despoja con relativa facilidad de su sentido crítico al pensamiento científico.
Entonces pregunto: ¿qué se divulga más cuando se divulgan las ciencias?, ¿los resultados y conclusiones o los valores, principios, prácticas y patrones intelectuales durante el proceso para llegar a esos resultados y conclusiones? En otras palabras, ¿se divulga más los resultados de las ciencias o la filosofía de las ciencias?
En su artículo «Las razones del divulgador», Martín Bonfil Olivera hace una excelente mención del placer de la ciencia como experiencia estética. En mi caso, ese ejercicio estético, una especie de alegría racional, ocurre con mayor frecuencia, y de manera más intensa, durante los procesos científicos que tan sólo al tomar resultados aislados de esos procesos.
Aclaro: yo no soy un científico profesional, pero es precisamente mi punto: no se requiere ser un científico profesional para disfrutar cada vez más del proceso de la indagación científica; se puede disfrutar cada vez que elijamos examinar críticamente alguna de nuestras meras opiniones.
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