Actualización: Ver nota con aclaraciones: Una conspiración palpable — Algunas aclaraciones
¿Cómo ocurrió esa domesticación para llegar a ser los ciudadanos tan mansos, dóciles y sumisos que somos? Podemos encontrar entre nosotros desde presidentes y jefes de Estado, artistas, escritores y académicos, así como gerentes y directivos en empresas y corporaciones, hasta no pocos en la población en general, que permanecemos obedientes para cumplir la voluntad de quienes mandan. Somos muy diestros para permanecer atados a los términos impuestos por esas potestades y que aceptamos sin chistar bajo el supuesto de que “así es el mundo real”. Somos los mejores esclavos al concluir de manera desatinada que de hecho somos libres. ¿Qué saben de ese supuesto “mundo real” nuestros dueños como para exigir tal nivel de obediencia, sumisión, docilidad y genuflexión? ¿No acaso permanecen abiertas y sin respuesta definitiva aquellas cuestiones sobre cómo vivir en sociedad y sobre cómo interpretar una realidad tan múltiple y compleja como esta en la que vivimos?, ¿por qué entonces presumir respuestas que no son o que ya caducaron?
En economía, nuestros amos decretan que todo gira alrededor del dinero y que algunos pillos en posiciones jerárquicas son quienes deben decidir sobre la economía de países enteros.
En política, nuestros dueños dictan acatar las decantadas legislaciones de un puñado de sinvergüenzas que resultan ser analfabetas funcionales en no pocos casos.
En religión, nuestros propietarios imponen la veneración a insulsas nociones que benefician en primer lugar a instituciones corporativas de corte jerárquico.
En ciencia, el imparable poder de nuestros mandos nos obliga a aceptar un pueril ‘método científico’ como un proceso lineal que inicia con la observación y termina con la producción de conocimiento manufacturado.
¿Quiénes son esos mandos que nos someten y dictan con tanta tiranía, quiénes son nuestros dueños, a quiénes rendimos tanta obediencia y sumisión? ¿Acaso sus nombres son meta-ignorancia, miedo y pereza mental?
Por fortuna hay quienes buscan tomar cada vez mayor conciencia de su esclavitud autoimpuesta por esas tiránicas potestades. Por fortuna hay personas, como algunos filósofos, que practican la autocrítica. Por fortuna podemos aprender algo de ellos.
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