¿Qué hace falta que les enseñen a los jóvenes en la escuela?
Hace falta que les enseñen sobre los riesgos de asistir a una escuela de manera prolongada y sin haber desarrollado por cuenta propia su facultad crítica. En otras palabras, hace falta que les enseñen que asistir a una escuela puede ir en contra de su educación entendida como el desarrollo continuo de todas sus facultades. En particular por el efecto de la compartimentación del conocimiento, por el cual se busca la especialización en pocos fragmentos del conocimiento pero que produce un trágico analfabetismo funcional en muchas otras áreas no menos importantes.
En no pocos sistemas educativos hoy impera la noción de “preparar a los jóvenes para que se integren lo antes posible a los sistemas hegemónicos de la economía capitalista”. Un efecto de tal noción es la elevación del cortoplacismo a grado de un imperativo incuestionable. Ese efecto se puede notar en el analfabetismo científico-filosófico que padecen no pocas personas producto de sistemas pedagógicos basados en esa noción. Se lograrían las así llamadas “competencias” o habilidades para acatar órdenes y obedecer de manera dócil y pasiva, pero con poca o nula destreza para analizar, cuestionar y entender de manera amplia la lógica detrás de su propio esquema educativo; y casi sin posibilidad de repensar su propia educación.
Recién repasaba algunos puntos de Abbagnano y Visalberghi en la introducción a su Historia de la pedagogía, y ellos distinguen dos objetivos generales de una filosofía de la educación, i.e., pedagogía: primero, preservar la cultura establecida. En tanto que lo preservado sirva para sobrevivir en sociedad, y continuar una forma específica de cultura, entonces se podrían entender algunos aspectos positivos de ese objetivo. Además, Abbagnano y Visalberghi distinguen entre una sociedad primigenia y una sociedad civilizada, y la distinción pedagógica entre ambas radica en si contemplan o no el segundo objetivo de una pedagogía: renovar la cultura y estar abierto a lo nuevo y a lo inesperado. Por lo que la resistencia absoluta o exagerada hacia renovar o repensar lo establecido es un rasgo de una sociedad primigenia o primitiva.
Además, con base en lo que dicen Abbagnano y Visalberghi, la pedagogía de una sociedad civilizada debe ayudar al individuo a reflexionar sobre los umbrales donde la obediencia a “las autoridades” ya no se justifica. En parte, de eso reflexioné un poco en la siguiente referencia: La granja de la cultura.
El gremio de maestros y las instituciones educativas tienen mucho trabajo por hacer en cuanto a la enseñanza. Pero hay otra cantidad similar, o aun mayor, de trabajo por hacer en cuanto al aprendizaje que corresponde al exclusivo arbitrio del individuo: auto-educarse. Es lo que vengo diciendo, por ejemplo, en la siguiente referencia: Educarse.
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