Una obra de teatro contiene personajes y escenas que resultan propicias para el espectador; en general es lo que ocurre con el contenido de las Bellas Artes. De eso propicio va mi nota «El arte como molde», sobre la expresión artística como un molde básico, como una estructura propuesta por el autor para que el espectador complete los espacios pertinentes con su propia vivencia personal.
El caso de la obra «La última sesión de Freud», en el Teatro Helénico, no fue distinto pues ocurren diálogos, tanto por Freud como por Lewis, que resultan muy propicios para mí, para diferentes etapas y perspectivas personales.
Por ejemplo, en uno de los momentos más crispados de la conversación, en respuesta a la explicación de C.S. Lewis sobre su firme creencia en un ser superior, Freud grita exasperado:
“Sólo tengo una cosa por decirle profesor: ¡Madure!”
No comments:
Post a Comment