Sunday, May 18, 2014

¿Derecho a opinar?

El problema homofóbico como pretexto para pensar sobre el supuesto “derecho a opinar”:

El problema de la homofobia, claro, es muy importante, principalmente para adultos. Lo relevante del tema, para mí, es que las preguntas que propone el tema son preguntas que permanecen abiertas, por la complejidad del conjunto de asuntos involucrados. Observo que el diálogo sobre ese conjunto se obstaculiza al pretender zanjar una respuesta con tono definitivo, y basada en nociones tan frágiles como “tengo derecho a mi opinión”. Esa fragilidad está en afirmar tal “derecho”, o quizá tan sólo repetir la frase acríticamente, pero sin articular, como primer paso mínimo, la teoría ética sobre la cual se sostiene tal “derecho”. Es decir, por ejemplo, si fuese un derecho, entonces deberá estar asociado necesariamente con una obligación, o un conjunto de obligaciones. De otro modo, es muy fácil y barato creer que tengo un derecho, pero al no ejercer la obligación asociada entonces tal derecho se derrumba sin remedio. Un rasgo de tal obligación, por decir lo menos, sería no repetir irreflexivamente frases prestadas sin antes entenderlas debidamente, es decir, de una manera más amplia y diversa.

En casa hemos comprado y leído «De los pies apestosos a las papas fritas... y otras curiosidades» y «Espejos, mocos, cucarachas... y otras pócimas curiosas»; además, en casa escuchamos por la radio el programa de los domingos en la mañana. Yo en casa procuro sugerir una actitud crítica ante estos contenidos o ante cualquier otro, ya sea de procedencia externa o incluso interna —especialmente si es interna—, e intentamos discutir los asuntos en la medida del interés o de las preguntas de cualquiera de nosotros en casa.

Para mí, la cápsula sobre la homofobia no es diferente al resto de las cápsulas. Igual es necesario intentar pensar el asunto por uno mismo y de manera más amplia. Suelo sugerir a los chicos que tomen a las cápsulas como un inicio para indagar los temas que más les interese. Lo mismo digo cuando consultamos palabras en el diccionario: son como puntos de partida, no de llegada.

Pienso que los chicos no necesitan respuestas no deseadas a preguntas no planteadas, por lo que para mí la divulgación científica va de otra cosa y no de ofrecer cúmulos de datos bajo una aura de “ciencia”, ni mucho menos de presentar opiniones decantadas hacia una sola perspectiva a partir de un supuesto principio de autoridad. Para mí, la divulgación científica es más como proponer y dialogar, pero al mismo tiempo enseñar a dudar de, y a cuestionar, lo que se propone. Pues incluso los datos históricos necesitan ser interpretados, y el estudio de la historia es más sobre ejercer destreza para interpretar lo complejo que sobre memorizar datos desconectados.

Ahora, acabo de escuchar repetidamente esta cápsula en particular (la del 23 de octubre de 2013) sobre la homofobia, y para mí el único problema fue la frase: «todos tenemos derecho a opinar lo que queramos». La cual me hizo pensar y por esa frase me hago la pregunta «¿Derecho a opinar?».

El fondo de esa frase es similar al fondo detrás del enojo de quienes se oponen a lo distinto y agreden a quienes son o piensan diferente a ellos: una desproporcionada exageración; es decir, afirmar que todos tenemos “derecho” a opinar lo que queramos es llevar las cosas demasiado lejos, es favorecer el más inconsciente relativismo cultural. La exageración detrás de esa frase ofrece bases falsas que sostienen equivocadamente la idea de que todas las opiniones valen igual y, por tanto, no es necesaria la autocrítica pues lo mismo vale lo que diga un investigador después de someter su trabajo al rigor científico que quien espete su mera opinión acerca de un tema en particular.

Me pregunto si la necesidad patente en nuestra relación con la infancia no es ofrecerle datos e información, aun si ésta tenga apariencia científica, sino discutir los procesos de pensamiento de los métodos usados en las ciencias; es decir, discutir con ellos las maneras con las que se evalúan las ideas, y no sólo las maneras en que se defienden las mismas.

Sunday, May 11, 2014

¿Ocurre un declinar en filosofía?

No tengo grados académicos en filosofía, tan sólo soy un aficionado principiante, pero sí entiendo la importancia –y el placer– de pensar filosóficamente como un medio de emancipación, de desarrollo de libertad, y de erradicación de muchos tipos de tiranía. Por lo que me intereso en preguntas relacionadas con la filosofía y con la realidad; por ejemplo, me pregunto si realmente ocurre un declinar en filosofía.

Si tomo «declinar» como la 4ª acepción del diccionario de la RAE, «decaer, menguar, ir perdiendo en salud, inteligencia, riqueza, lozanía», entonces surgen muchas preguntas; por ejemplo, ¿cuál tipo de filosofía está declinando? Es decir, vivimos inmersos en algún tipo de filosofía y esa vibrante filosofía dominante estaría lejos de ser descrita como en declinación. Muchos quizá no están conscientes de la filosofía predominante en su cultura local y no podrían articular una exposición clara de la estructura teórica que domina todos sus pensamientos y opiniones, pero eso no quiere decir que la filosofía en su cultura local esté en declive. Ahora, si el número de personas que tengan esa conciencia y puedan hacer esa exposición está en declive o no en una determinada cultura es algo que se puede discutir, pero si aceptamos que esa conciencia y esa exposición implican un trabajo muy duro y de no pocos años de indagación y reflexión, entonces podríamos también aceptar que tal esfuerzo suele ser impopular. Así, si por filosofía entiendo ese esfuerzo, entonces me pregunto, ¿cuándo la filosofía ha estado en apogeo o en estado de esplendor y popularidad?

Al tomar ideología como filosofía, cual sinónimos, se podría concluir que la filosofía no declina, sino que, por el contrario, florece y progresa cada vez más. Una ideología también es una filosofía, y no sólo es ideología cuando se refiere a la filosofía del otro, sino también lo es cuando se refiere a la filosofía propia. Por otro lado, si tomo filosofía como algo distinto a ideología, si tomo filosofía como proceso de indagación y no sólo como un esquema conceptual fijo, ¿cuándo tal filosofía ha estado en apogeo o en estado de esplendor y popularidad?

Distinguir las diferencias entre filosofía e ideología es parte de la necesidad ante los problemas en la sociedad humana. Si tomo filosofía como proceso de indagación y no sólo como un esquema conceptual fijo, entonces un rasgo de la diferencia consiste en que la ideología es algo para ser defendida mientras que la filosofía es algo que sirve para evaluar ideologías.

La sociedad humana parece tener demasiada ideología, esquemas conceptuales prósperos y vibrantes, pero parece estar escasa de filosofía, como práctica evaluativa. Aún me pregunto si hay algún periodo histórico en donde tal escasez haya desaparecido como para ahora decir que la filosofía está en declive; es decir, me pregunto si alguna vez la filosofía gozó de auge y popularidad en las plazas públicas y en los mercados, o siempre ha estado enclaustrada en el elitismo academicista. Aún me pregunto si acaso la filosofía no puede estar en declive pues para eso primero tendría que haber dejado su perenne estado de relegación a lo impopular.