Sunday, January 10, 2016

Abjurar mi cristianismo

En la ocasión anterior propuse retóricamente la pregunta «¿Conquistar al mundo para Cristo?» y mencioné de manera resumida cómo llegué a hacer lo antes impensable para mí: abjurar mi cristianismo. Ahora mencionaré, también de manera muy breve, la segunda razón de fondo por la que llegué a consumar lo antes impensable.

Para mí, una suposición primordial para buscar ser cristiano llegó a ser que el individuo pudiera conocer sin intermediarios a Jesucristo como persona presente a través de la Biblia y a través de la vida en iglesia. Una vez que tal suposición resultó falsa, y que lo único al alcance del individuo es rendir su voluntad a los pies de una comunidad cuasi-jerárquica y que tal comunidad suele estar dirigida por clérigos y administradores de ritos (ministros de culto), entonces mi relación con el cristianismo giró alrededor de la pregunta sobre el sistema moral imperante en esta, o en aquella, o en esa otra congregación por allá; incluyendo el sistema moral en un supuesto “cristianismo primitivo” durante el primer siglo.

Identifiqué una regularidad en esos sistemas morales cristianos: una cierta idea de verdad en el cristianismo está mucho muy por encima de otros valores como la libertad e incluso por encima del amor. Tal esquema de valores está impregnado muy hondo en el cristianismo y explica mucho del porqué su maltrato a lo diferente y su desprecio a la verdad del otro.

Reconocí que tal esquema de valores llegó a ser muy problemático para mí. Además, al examinar mi recorrido a lo largo de los años como alguien guiado por ese esquema de valores, y al proyectar tal recorrido hacia adelante, resultó un panorama insoportable para mí y llegué a rechazar tal panorama para mi vida.

Simplemente el cristianismo dejó de ser algo edificante para mí.

Por fortuna, como adulto no estoy obligado a someterme a un sistema moral en particular, sino que la adultez, precisamente, incluye la opción de desarrollar un sistema moral propio. Por supuesto, es un recorrido mucho más difícil y mucho más arriesgado, pero eso es una opción para alguien que aspira a la adultez.

Friday, January 8, 2016

¿Conquistar al mundo para Cristo?

Douglas Arthur-ILC opening from DTV on Vimeo.

Después de una hora y cinco minutos (1:05:35) Douglas Arthur inicia su discurso, y después de escucharlo pensé: ya son más de treinta años y, sin importar los fracasos, insisten en la misma megalomanía de “conquistar al mundo para Cristo”. ¿No acaso eso ya fue hecho hace siglos? Gran parte del mundo “occidental” ahora no se puede entender sin la marcada influencia de la diversidad de cristianismos.

Alrededor del año 1995 tomé más conciencia de que la clave del cristianismo era la fe en Jesús, El Cristo, como persona presente. Las iglesias y sus problemas era algo secundario. Sin importar la congregación lo trascendental era una vida centrada en Jesucristo y en la labor de ser su discípulo, y ayudar y ser ayudado en tal fin.

El 11 de mayo de 2011 abandoné, de manera pública, toda forma de cristianismo. Jamás antes pensé que yo haría tal cosa. Nunca antes pasó por mi mente dar la espalda a Jesús, El Cristo.

¿Cómo llegué a hacer lo impensable?

La respuesta corta es: en mi indagación bíblica personal no logré constatar un Jesús, sino muchos, diversos y discrepantes personajes, todos llamados Jesús; en otras palabras, no hallé a la misma persona presente con un mismo carácter al cual conocer sino sólo los anhelos de escribas que construyeron personajes idealizados conforme a sus propias suposiciones sobre Jesús o sobre el cristianismo que buscaban prescribir a los demás. En resumen: no encontré un Jesús, como persona presente, al cual conocer y seguir. Mi búsqueda por esa persona terminó al no encontrarla entre las neblinas de la historia y la idea de Cristo que antes me impulsó dentro del cristianismo se desvaneció sin remedio en la distancia de más de veinte siglos.

Por fortuna, el cristianismo no tiene el monopolio sobre las virtudes humanas. Por fortuna, todo aquel carácter divino en mi idealización de Jesucristo en realidad está también presente en la condición humana. No es necesario saber nada de un supuesto mundo sobrenatural para buscar lo divino, lo supremo, lo venerable, aquí y ahora, en este mundo natural.

Lo anterior en realidad fue para llegar a decir que la influencia del cristianismo en el mundo alrededor es abundante si tomo como cristianismo a todos los personajes llamados Jesús tanto en la Biblia como en las tradiciones cristianas alrededor de las diversas facetas de Jesús. Es decir, el cristianismo no tiene el monopolio ni de la virtud ni del vicio humanos. Hay mucha virtud y vicio, ambos, en el mundo alrededor con una marcada influencia cristiana cuyo origen es alguna de las facetas de Jesucristo.

Sunday, January 3, 2016

Encandilamientos

La reflexión moral pertenece al individuo pensante, pero pensar es trabajo muy duro. No pocos, por eso, mejor eligen rendir inermes su libertad moral a los pies de embaucadores auto-revestidos de una supuesta superioridad religiosa, como ante aquellos encandiladores que afirman conocer “lo que Dios quiere”.

Ambos, apantallantes y apantallados, tienen “fe” y, según afirman los que dicen saber, no se puede hacer nada contra eso —como si por “fe” se entendiera lo mismo en todas partes y por toda persona.

Quien estudie la historia contemporánea de la diversidad de cristianismos deberá tomar conciencia de los métodos disponibles de análisis y síntesis para llegar a conclusiones (provisionales, nunca definitivas) sobre esos cristianismos gregarios que, al parecer, no dejan de cautivar audiencias deseosas de poseer el monopolio de “la verdad”.

El siguiente video me hace reflexionar sobre la acción y los efectos de la palabra encandilar.

http://youtu.be/SaPPv7quqPE