Saturday, March 8, 2014

¡Cambiemos al mundo!

¡Cambiemos al mundo! Empezando por... ¿por dónde empezaríamos?

Permíteme sugerir por dónde empezar: por mejorar la capacidad personal para poner entre paréntesis la cosmovisión propia mientras uno mismo indaga y entiende, a profundidad, la cosmovisión del otro. Por supuesto, fácil no es; mirar desde la circunstancia del otro y comprender desde ahí su lógica es como estar dispuesto a descubrir el defecto o la insuficiencia en la lógica propia.

¿Cómo sería posible mejorar esa capacidad personal? ¿En qué sentido podríamos decir que tal capacidad mejoró en el tiempo?, ¿cómo saber si logré una mejora desde, digamos, hace un año, o hace un mes? Y a todo esto, ¿cómo pongo entre paréntesis mi cosmovisión? Más aún, ¿qué es una cosmovisión?, ¿acaso tengo una propia o es prestada?

Digamos que una cosmovisión es una manera de ver e interpretar el mundo, y que tal interpretación tiene una marcada relación con la manera en que cada uno entiende y usa el lenguaje. La relación entre el lenguaje personal y la realidad externa –digamos, entre el mapa y el terreno– es una que configura la cosmovisión propia, le da su forma, vaya.

Al intentar poner entre paréntesis la manera personal para interpretar al mundo es necesario articular qué es lo que se pondrá entre paréntesis; es decir, se necesita ubicar el lugar que ocupa la cosmovisión propia en el panorama de las cosmovisiones que el humano ha tenido en su historia. Claro, lograr tal ubicación es un intento de re-calibración continua con base en muchas y diversas vivencias; las lecturas, los viajes, la apertura a contemplar otras culturas y otras cosmovisiones aportan lo necesario para conocerse a uno mismo. Es decir, de manera aislada de lo diferente a mí resulta difícil articular qué es la cosmovisión propia; conoceré mi propia cosmovisión a través de la cosmovisión de quienes sean diferentes a mí. Ejemplos: ¿cómo saber qué es mi heterosexualidad si desconozco y tengo aberración por toda homosexualidad?, ¿cómo calibrar mi teísmo si desconozco todo ateísmo?, ¿entenderé en realidad qué es la propiedad privada sin entender qué es comunismo?, etc.

El cambio, lo que se llama cambio, ciertamente, inicia en uno, y no en el otro; y para eso, también muy cierto, se requiere educación, o como vengo diciendo: auto-reeducación. Para cambiar al mundo, un rasgo indispensable es la autocrítica.

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